A la Religión compete enseñar la perfección del hombre, la vía para al- canzarla y los obstáculos que se le oponen. Nuestro Señor Jesucristo es la personificación inefable de toda perfección, el modelo sublime, la luz, la savia, la vida, la gloria, la norma y el encanto de la verdadera cultura.
La cultura verdadera sólo puede ser basada en la Religión verdadera. Es así como de la atmósfera espiritual creada por la convivencia de almas profundamente católicas puede nacer la cultura perfecta; como el rocío se forma naturalmente de la atmósfera sana y viva de la madrugada.
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